Llegar a tu casa y ver el pasillo lleno de cajas te hace pensar que se avecinan problemas. Y más si son objetos navideños. Cada familia tiene su tradición y, la mía, pone los adornos cuando todos estamos de vacaciones. Y hoy era ese día.
Nos encantaría tener un árbol grande, de esos que tocan el techo y que están decorados con "sencillez". Es más, Maritere y yo buscamos fotos de árboles que reflejen nuestra sobriedad pero...somos demasiados barrocas y , al final, acabamos teniendo guirnaldas con un trocito minúsculo verde debajo que pensamos que son los restos del árbol. Pobre, todos los años acaba en el suelo del peso.
Y puesto el árbol, tocan los belenes.Y digo belenes porque cada hijo pretende poner el que hizo y nos sentimos ofendidos si no tenemos el mejor sitio de la casa.Lo malo es que, llamémosle verganza o simples rabietas infantiles, no queda ninguno vivo y todo queda con un mix que roza lo kitsch...Para completar todo este ambiente festivo,empezamos a decorar centros de mesa con espumillón y mantecados...y aquí se masca la tragedia...¿Sabéis lo que duele el impacto de un rosco de vino en cualquier parte de mi pobre cuerpo?A correr por el pasillo huyendo y gritando mientras tiro hacia atrás bolas que me han sobrado del árbol ¿¿???(¿es posible?Mierda, más tarde las coloco que seguro que hay alguna ramita desnuda...)para ganar tiempo y que alguien salga en mi defensa...Pero no, porque se supone que somos mayores y que tenemos que aprender a dejar de pelearnos y bla bla bla.

¿Resultado?Una caída de espalda que me ha dejado un gran moratón en zonas glúteas (a ver como me siento ahora porque estoy tumbada y duele mucho...y más duele callarse para no admitir la derrota), a mis padres diciendo que están deseando que nos vayamos de casa y que haya paz y...un trozo de turrón almendrado tirado a traición sobre el causante de mi caída que ha ido directo a la frente.Punto y minipunto para Charada.

¡Feliz comienzo de vacaciones, mis niñ@s!