viernes, 19 de febrero de 2010


Hay cosas que cuesta hacer y, mucho más decir. Pero cuando se consigue el valor suficiente para hacerlas , el mundo se para, se queda quieto y solo aparece el silencio.

Pocas hermanas hay más diferentes a Maritere y a mí. Somos la noche y el día. Dos mundos que atraen y repelen con una facilidad pasmosa. Pero pese a ser tan distintas, no somos capaces de estar la una sin la otra. Cualquiera que hable con alguna, sabe de la existencia de la otra en menos de 5 minutos. Y ahí, en esa tontería, radica el peso de toda nuestra relación. Si pruebo a cerrar los ojos, siempre aparecen sus ojos verdes heredados de mi madre. Y así es muy difícil decirle lo que opino de su nuevo novio. No porque tenga nada en contra(todavía no le conozco lo suficiente, que un ratito no sirve de mucho, aunque éste ya tiene más puntos que el anterior, que ya le ha dicho que soy monísima y,además, se desvive por ella...Y para muestra, la bolsa de chuches que nos zampamos Gato y yo a su salud), sino porque sabemos que la opinión de la otra pesa. Y mucho. Si a ella no le gusta algo, puede que yo lo haga por cabezonería, pero lo más seguro es que me paralice, me ponga a llorar y le pregunte por qué es tan cruel conmigo. Y sé,por experiencia, que mi opinión en sus temas amorosos debe permanecer en el absoluto ostracismo. Porque si ya soy exigente con mis candidatos a mallas, con ella mejor ni os cuento. Porque se cambian las tornas y me convierto en la hermana mayor en lugar de en la pequeña. Porque como le hagan un rasguño a su visión del amor, amenazo con la castración al responsable. Porque a las dos nos gusta que nos digan lo que hacemos bien pero cuando sabemos que no es así, no queremos que nos digan nada. Por eso yo no hablo de mi vida con ella ni pido opinión, porque si sale negativa, no sabría como seguir.


Así que, por una vez, no sé si quiero mantenerme lo más lejos posible de todo esto y empezar a conocer a la pareja de mi hermana cuando hayan dicho "sí, quiero" o vigilar de cerca por si hay que recurrir a la maquinaria pesada. ¿Para qué narices me meteré en estos jardines?Con lo bien que se vive en un mundo lleno de los desastres propios.


P.D: No me acordaba de lo bien que se está sin hacer nada y pudiendo andar en pijama por el hospital...




2 comentarios:

Almendra Puck dijo...

Te comprendo, a un hermano es muy difícil decirle lo que no te convence en su vida, qué le vamos a hacer.
Por cierto, ya veo que mientras me decías anoche que estabas haciendo el trabajo realmente estabas actualizando... maldita

BudaDorado dijo...

jajajajajajajajajajajaajaja.
con mi hermana intento ser lo mas sincera posible. si lo dices d corazon no tiene xq recibirlo mal. tu la quieres mas que cualquiera q vaya a conocer fuera!