domingo, 13 de octubre de 2013

Todo a la mierda como diría Fernán Gómez.


Y de repente te das cuenta que estás llorando por la calle de camino a casa. Y lloras como lo hacen los niños pequeños, con hipo y con toda la cara churretosa porque tuviste la genial idea de ponerte rimmel no waterproof (bah, soy una chica fuerte que controla sus emociones). Y entonces te cruzas con el niñato de turno que te señala y te dice que estás así porque te ha dejado el novio y te vuelves con una ira desconocida y se te escapa un maravilloso "Capullo" con todas las letras (qué bien sienta cuando te llenas la boca y te quedas como nueva). Y te pones a regañarle entre sollozos porque no sabe nada de ti, de tu vida. No sabe que llevas 27 horas sin dormir, que se te ha muerto un paciente y que el sentimiento de culpa va en la mochila de la guardia. No sabe que aunque eres oficialmente lo que tus padres llaman adulta("hija, ya te hemos dado todo lo que podíamos darte. Ahora te toca a ti empezar tu vida, tu vida de adulta" 22 palabras que se te quedaron marcadas cuando te independizarte), hoy te has vuelto a convertir en una tierna lactante que solo quiere meterse en su cama y que su madre le ponga su mano mágica en la frente y le diga que todo va a salir bien.

 Y sigues llorando y maldiciendo a ese momento de tu vida donde decidiste ser médico. Y maldices esta dichosa ciudad y todo lo que conlleva y te das cuenta que el niñato sigue enfrente, quieto, viéndote llorar y diciéndote que no es para tanto, que seguro que son cosas de mujeres (a punto de llevarse un guantazo, lo prometo, de no ser porque calibré sus aprox. 90 kilos frente a mis 52...). Y le miras con cara de odio y le dices que está tonto(pobre, se ha llevado lo mejor de mí en 5 minutos...). Que no te entiende pero que da igual, que pasas de él y que debería a aprender a no meterse en la vida de nadie y a dejar llorar a la gente. Y te vas peor aún porque te das cuenta de lo injusta que has sido con el chico y con el mundo futuro, que no puedes castigar y que hay que poner las cosas fáciles. Maldita malcriada que estás hecha, . Pero llegas a casa, deshidratada y con cara hinchada y  llamas a tu madre, que está despierta, se asusta y piensa que te han robado, perseguido o intentado agredir (sí, para mi familia soy el blanco más fácil y perfecto que existe para que me pasen estas cosas) y la ves tan angustiada que no le puedes decir que es porque tu trabajo conlleva que haya gente que no sobreviva y que ese pequeño detalle no lo tienes asumido todavía. Y claro, más lágrimas porque te sientes de lo más ridícula y tu madre, que ya está hablando con los geox y con toda tu familia, piensa que si estás así, con semejante sofocón, es por un novio cuya existencia desconoce.Y justo, en ese momento, pasas a reírte porque si ella supiera lo desastre que eres en temas amorosos, no diría nada. Y ya ha pasado todo.Porque tienes uno de esos pequeños momentos de lucidez que se dan cada siete u ocho años y te das cuenta que eres medio boba y que bajo el influjo hormonal no se puede pensar. Y que mañana será otro día. Otro día más amarillo donde puede que no lo hagas todo tan mal. O sí, pero que por hoy ya basta de latigazos en la espalda. 



1 comentario:

Anónimo dijo...

ánimo, no pierdas la fé en ti, charadita